martes, 8 de diciembre de 2015

PEQUEÑO BREVIARIO DEL EGO


Ahora que el reloj cósmico de la Tierra nos invita a salir de las tinieblas de la no conciencia, y si nuestra alma ha escogido no volver más a experimentar lo ya conocido durante miles y miles de años, somos nosotros quienes debemos apropiarnos interiormente de la clave del asunto, que les recuerdo, no es más que la elección de dejar pasar la luz. Y como más vale abrir caminos para poder entrar, he aquí un pequeño breviario del ego que espero les servirá a definirse mejor. No se trata de rechazar lo que forma parte de uno mismo, pero de repartir de otra manera el protagonismo. El ego tiene que estar en su justo lugar para que active también su transformación con el fin de no crear más barreras emocionales en la corriente de nuestra evolución, y así progresivamente el Espíritu va volviendo a tomar personalmente los mandos de su nave terrestre .
He aquí pues, ELpequeño breviario no exhaustivo de manifestaciones ordinarias del ego:
* El egocentrismo o la ausencia al otro.
La razón de ser y el objetivo principal del ego, por definición, es centrar todo en él: nuestra personalidad, nuestro YO. Con todo un panel de matices complejos, nada puede ser evaluado fuera de las posibles repercusiones del “YO
* La agresividad.
La agresividad, en la ley de acción / reacción que prevalece en un sistema dual, es la respuesta más corriente y común que se obtiene frente al miedo* La necesidad de control.
* La susceptibilidad, la desconfianza.
Es el reflejo de las heridas del ego que se expresan siempre en proporción al peso emocional acumulado. Aquél que estimula nuestra susceptibilidad, es aquél que toca ahí donde hay algo que, desde tiempo ha, nos hace daño
* La insatisfacción.
Es cada vez más necesario alimentar las ansias de calma y sosiego. ¿Por qué siempre me falta algo?,
¿Cómo distingo entre las frustraciones de lo cotidiano y lo que sospecho de mí que no percibo?, ¡Soy algo más y por consiguiente, merezco más! Es verdad, todos somos infinitamente más de lo que percibimos de nosotros mismos, pero si entendemos que todo lo que vivimos es la resonancia de lo que emitimos, comprendemos entonces las reglas del juego donde nos hemos metido.
* La victimización o el vampirismo.
Es una manera eficaz de captar la energía de los demás y de alimentarse de ella. El ego, en su voluntad de atraer todo hacia sí mismo, sabe como jugar con el sentimiento de compasión de los demás captando los desbordamientos emocionales que se le ofrecen en bandeja cuando la compasión expresada no es madura , cuando no es el fruto del amor incondicional sino la expresión compensatoria de sus propias carencias de una profusión emocional más o menos inconsciente.
* La codicia, la envidia.
Otra manifestación del sentimiento de insatisfacción. Les hace falta cada vez más para sentirse seguros y si alguien parece tener más , hay que tener al menos tanto como el otro para asegurarse sino la posición de equilibrio la de dominio, en relación a lo que se ha convertido entonces en el objetivo principal. La codicia es una carrera al armamento del ego en el seno del materialismo, única dimensión donde de entrada se siente competitivo. Pero cuidado, como veremos al final, es capaz de cambiar de dimensión.
* Deseo y miedo de aparentar.
La voluntad de aparentar es una coraza más que el ego se modela para ocultar su vulnerabilidad. Si se comparan sus esfuerzos como aquellos de un adolescente que finge para disimular su falta de afirmación, se comprende mejor en que estrato de la inmadurez se origina este deseo.
* La vanidad.
Derivada de la necesidad de control, sería como el sentimiento de superioridad en cuya torre de marfil el ego se encerró, muy asustado, para nunca más percibir los peligros, es decir, lo que podría quebrantar los cimientos.
* La denegación.
Es ante todo la incapacidad a asumir su propia responsabilidad. No quiero ver la realidad que se me presenta, entonces la borro, o la arreglo, conforme a mi conveniencia. Entonces, toda la variedad de mentiras, de disimulación, de transformaciones y de manipulación está actuando al servicio del pequeño Yo asustado.
* La tiranía.
Como ya se ha dicho, la violencia está a la altura del miedo sentido. El ego tiránico no admite ningún obstáculo a sus necesidades, ni ninguna contradicción de lo que es. Claro, el miedo, en esencia inconcebible, es tan grande que como lo que lo haya modelado no haya favorecido la vanidad encerrada en su torre de marfil, como esté en lucha contra “el exterior”, y “expuestos” a él, lo único que les toca esperar no es sino someter al mundo con su visión.
* La culpabilidad.
Que se dirija hacia sí, o hacia otro, he aquí un arma de doble filo particularmente cortante. La auto-culpabilización conlleva el gen del sentimiento de inferioridad. El ser que se desvaloriza, que no es consciente de sus cualidades y vive en el temor de herir al prójimo, de hecho remueve el fondo de sus propias heridas.
* El sentimiento de inferioridad.
En la diversidad de reacciones, el sentimiento de inferioridad es el origen del mayor bloqueo del ser. En un momento de la vida, de una manera u otra, concierne a todo el mundo incluso si la tendencia es que disminuya con la experiencia
* El principio de la generosidad.
He aquí algo engañoso para uno mismo y de particularmente sabroso para todos aquellos que funcionen en modo parásito. ¡Vampiros y otros predadores están invitados al banquete!
El principio de la generosidad por compensación ha sido abordado un poco más arriba en el párrafo concerniente a la victimización.
* La autodestrucción.
Es la falta de autoestima llevada a los confines de su lógica.
* El ego espiritual.
El ego espiritual, ¡el que está tan a la moda en estos tiempos de la Nueva Era! Los filos del buen cuchillo suizo de toda la vida ya no bastan para contrariar la voluntad suprema del ser que se orienta hacia lo que concibe como su elevación espiritual; jamás falto de recursos y sabiéndoselas todas, el ego renuncia, no obstante, a su naturaleza materialista para vestirse con un traje de luces sin abandonar a su pesar, la escena del gran teatro donde ha sido creado.
* En conclusión.
Como siempre, todas las manifestaciones post-traumáticas dolorosas del ego pueden emanar de diferentes filiaciones: de su pasado directo, y sobretodo, de su infancia, de un parasitismo exterior, de memorias de vidas anteriores y de nuestra línea genética – dicho de otra manera la de su abuela o de su tatarabuelo – todo esto bien inconscientemente enterrado en las células.
Fuente: Estella Maris Bibiana Motet

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