lunes, 13 de marzo de 2017

LA GRACIA DE LA TRI-UNIDAD MARIA – JESÚS-CRISTO – MIKAËL MARZO DE 2017


 
JESÚS-CRISTO

Yo y mi Padre somos Uno. Que la Paz sea en todos vosotros.
...Silencio...

Juntos, en la Unidad del Amor, en cada uno de vosotros, Hijos Ardientes del Sol, os saludo. Instalémonos juntos, aquí en el corazón, y acojámonos en la Paz del Cristo.

...Silencio...

A cada uno me dirijo, con la misma intensidad y la misma verdad. Juntos velamos y rezamos, dando las gracias al Amor y a la Vida. El tiempo de mi vuelta ha llegado, entre vosotros. No me busques en una forma, búscame en espíritu y en verdad. Estoy aquí, en espíritu y en verdad. Me dirijo a ti, Hijo Ardiente del Sol, hijo del Verdadero y del Único, en lo perecedero de tu forma como en lo eterno de tu corazón. Vengo a decirte: «Álzate».

A la hora en que se cumple sobre la tierra el conjunto de las profecías, las más antiguas como las más recientes, la hora está en tu despertar definitivo y es lo que vives. En toda circunstancia de tu vida como en toda circunstancia de tu conciencia actual, llamo a tu puerta, a fin de que me escuches y me abras. Vengo a cortar, si estás conforme, lo que puede darte la ilusión todavía de estar retenido a la seducción de este mundo.


Te lo había dicho hace más de 2.000 años, y te lo repito hoy: «Estás sobre este mundo pero no eres de este mundo.» Tu forma en este mundo toma su esencia en este mundo, pero tu Espíritu no esta sometido a ello, de ninguna manera. Vengo a invitarte a aceptarte. En la hora en que mi Madre pronto va a nombrarte y a llamarte, en la hora en que Mikaël continúa labrando el cielo y ha tocado tierra ahora, en la hora en que tu Tierra liberada ahí donde estas, sube otra octava, ésta te invita a escuchar los Elementos de la tierra como a los Elementos de tu cuerpo que tratan de cantar al unísono de la revelación del Éter, de la revelación de la Eternidad.

... Silencio...

El calendario del tiempo de la Tierra llega a su final. Regocíjate; regocíjate de la Verdad, regocíjate de la Eternidad, regocíjate en el Amor. Este Amor, que no sabe nada y que no reconoce nada de lo que vives en el seno del efímero, porque no pertenece a su Libertad, y en lo que es en este mundo, se desvela a ti desde ahora en adelante en totalidad, no dejando ningún espacio, ni de dudas, ni de sufrimiento, ni de apego al mundo donde estas y que no es el tuyo.

... Silencio...

Muy pronto, en tiempo terrestre, podrás lavar tus vestiduras de eternidad en mi sangre, la del sacrificio de lo que sólo pasa, para la gloria de la Eternidad, para la belleza de la Verdad y para la magnificencia del Amor en encarnación, en tu corazón como sobre este suelo, donde tus pies están puestos.

Entonces déjate lavar de toda ofensa al Amor, de toda ofensa a la Vida, no por ti-mismo, porque desde ahora en adelante sólo puedes reconocer lo que eres. Todo el resto, incluso atándose a ti a través de un sufrimiento cualquiera que sea, en realidad sólo te muestra que se está soltando.

Tú, digno Hijo Ardiente del Sol, donde ninguna tarea puede quedar, tú donde ninguna resistencia puede oponerse, conságrate a la Vida, no la que conoces, cualesquiera que hayan sido los placeres, cualesquiera que hayan sido las lecciones. El Amor no necesita de lecciones, es eso lo que realizas ahora. No tienes nada que aprender, no tienes nada que vencer, no tienes nada que conquistar en la Paz de tu corazón, en la Paz del Cristo.

Confíame tus sufrimientos y tus dolores, háblame de corazón a corazón, más allá de tu forma y de mi forma anterior. Confía, encomiéndate a mí, como encomiendas tu efímero al Eterno, mostrando por ahí mismo el sentido de tu sacrificio, el sentido de la Libertad y la Vía del Amor.

Este Amor que eres no encuentra ningún equivalente sobre este mundo, que esto sea en tu ser querido, que sea en la mirada de la naturaleza y de los pueblos que viven allí, todo esto sólo representó unos enfoques de este Fuego devorador del Amor y del Espíritu.



Entonces, descubres la Libertad, viniendo a poner final a la ignorancia de lo que eres en verdad. Y en verdad te lo digo, eres el Único; en verdad te digo, nunca naciste; en verdad te digo, nunca podrás morir. En verdad te digo, no eres nada de lo que aparece en la trama de tu vida o en la trama de tu conciencia, porque en el Amor verdadero, no hay sitio para el menor sufrimiento y el menor conflicto. El conflicto y el sufrimiento sólo están ligados al nacimiento, en este período, real y concreto, de tu humanidad y de tu eternidad.

La humanidad de la que hablo no es el humanismo de los amos de este mundo que ya no tienen ninguna maestría y que, obligados y forzados, se borran de una manera u otra, delante del poderío del Amor en manifestación y que tu encarnas. No tienes nada que decir ni a repetir, no tienes nada que demostrar, tienes simplemente que estar ahí, despojado y desnudo, presente a tu eternidad, ausente de la forma, conservando al mismo tu forma.

Entonces sí, te digo: «Álzate, mantente erguido», porque nunca más podrás doblarte delante lo que sea, o de quienquiera que sea, tú, Hijo Ardiente del Sol del cual el Fuego Ígneo viene a revelar, alumbrar y trascender lo que debe jugarse para ti, sobre la pantalla de tu conciencia, sobre la pantalla de tu vida.

En estos momentos finales de la Ilusión, cada uno de entre vosotros va a reencontrar el hilo de su libertad en el Absoluto, en la Fuente Una, en el ardor de tu Sol Central. Deja la Gracia descubrirte, deja la verdadera Vida en Cristo, en el Amor, en el Uno, llenar cada intersticio de tu vida. No te resistas a ti-mismo, no te resistas a nada, y vuélvete la roca que eres en el ardor del sol de tu corazón.

Entonces sí, vengo a verte – así como un ladrón por la noche, eso lo sabes –, pero ante todo, con lucidez. No me relaciones a la historia de esta tierra, no me relaciones a cualquier escenario, sé simplemente alzado, se simplemente allí, como estoy contigo.

... Silencio...

Recuerda, que eres tú y solamente tú que puede juzgar y evaluar lo que eres. Y recuerda que no hay nada a condenar, sino todo a perdonar, que no hay nada a quitar, sino a dejarse transmutar.

Tú que ha sido el servidor de la Luz, hoy sírvete en abundancia de tu eternidad. No temas nada de este mundo, él no puede más impedirte de ser. Cualesquiera que sean las circunstancias del lugar donde vives, tu fuerza está presente, es la fuerza del Amor, es la fuerza del Informe, es la fuerza de la Eternidad.

Entonces aparta todo lo que puede hacer pantalla y levántate, anuncia la noticia, no con palabras, ni con gritos, pero por la majestad de tu Libertad aquí mismo en este cuerpo. Eres el testimonio viviente de mi paso sobre esta tierra. Recuerda que no tienes nada que defender, ni demostrar nada, si no es a ti-mismo y por ti-mismo. Sé solamente allí, erguido, en lo que la Vida te ofrece como en aquello lo que la Vida te retira, porque es en estas circunstancias de ganancias o de pérdidas que puedes verte en lo que te atrae o no.

Deja el ardor de tu corazón quemar las escorias y lo inútil. Entonces abrirás los ojos, tus ojos estarán abiertos, no por tu voluntad pero por la evidencia de la Gracia, de la Libertad y del Amor, allí donde estás.

No he venido hoy a consolarte, no lo necesitas. No he venido a anunciarte lo que sea porque lo ves de por todas partes, en ti como a tú alrededor. Dondequiera que tu mirada se vuelva, el ciclo se acaba. Sé alegre, quédate alzado y ligero.

No vengo para sermonearte, no vengo tampoco a juzgarte, vengo simplemente a proponerte de unirte a mi, si tal es tu elección, en las moradas de la Libertad eterna, donde cada morada es tu morada, donde cada forma como cada mundo sólo es tu manifestación y tu expresión.

No vengo a bautizarte, te tiendo la mano, en cuanto estés tendido hacia tu eternidad.

No olvides nunca que cualquiera que sea el sufrimiento de este mundo, el tuyo como el de tu hermano, éste sólo pasará, y pasará más rápidamente en cuanto te alzas en tu dimensión de Hijo Ardiente del Sol, y no más como personaje, con sus deseos y sus gesticulaciones.

... Silencio...

Vengo a presentarte la Iglesia del cielo que no puede ser corrompida como la Iglesia de la tierra lo es actualmente. Los tiempos se han cumplido y los tiempos llegaron de restablecer y de restaurar la Verdad. Ninguna mentira podrá mantenerse en pie, ninguna mentira podrá esconder lo que sea al Amor. Te invito así a no esconderte nada a ti-mismo.

Vengo a invitarte a lavar tus vestiduras. Es tiempo, todavía es tiempo. Entonces así serás revestido de tu corona de Gloria, entonces así sólo podrás quedarte alzado en la Gracia del Amor, de la Luz y de la Verdad. Y te lo repito hoy: «Estar alzado, es ser feliz». Felices los simples de espíritu, no conocerán más la muerte y su ilusión, y su cortejo de sufrimientos.

Tú, coronado de la gloria de tu eternidad, tú, mi hermano y mi amigo, dondequiera que estés, de dondequiera que vengas, y quienquiera que seas en el juego de esta vida, te veo y te amo. Reconóceme y te absolverás tú-mismo de tus propias culpabilidades, absolverás tus experiencias desgraciadas y sobrepasarás tus experiencias felices.

Entonces vive, vive tu eternidad desde ahora, no esperes nada y no esperes porque el reloj del tiempo pronto no podrá avanzar más, poniéndote en la inmovilidad. Recuerda que en estos acontecimientos, no puedes controlar ni dirigir nada, sino que puedes simplemente borrarte delante de tu majestad eterna y delante de tu belleza, porque no hay nada más a ver en eternidad que la belleza, donde nada puede ser separado, donde nada puede estar dividido ni desviado.


Entonces, tú que has sido llamado de un modo u otro a esta Eternidad que eres, tú que ya respondiste a la llamada o que dices no haberla recibido, te invito al banquete del Cielo, te invito al banquete de la Eternidad en el que nunca más tendrás sed, nunca más tendrás hambre. Esto es ahora y esto, puedes incluso comprobarlo en el seno del efímero de tu forma, porque el milagro de la transubstanciación se produce ahora. Tu cuerpo de Luz eterna tomó el relevo de tu cuerpo efímero manteniendo esta forma que ya está muerta, cualquiera que sea tu edad, porque jamas puede durar.

Te invito a la ligereza, del ser como del no ser, te invito al Amor sin maquillaje y sin rodeos y te digo, mi hermano, Paz sobre ti. Te doy mi Gracia, te doy el perdón. Te doy la Libertad. Acoge mi presente, acoge mis regalos, no son nada más que los tuyos; te son debidos de toda eternidad.

No le debes nada a este mundo y él no te debe nada, tienes solo a cumplir lo que todavía hay que recorrer mientras que el tiempo no se haya parado, incluso si para ti ya se ha parado. Escucha, entiende más allá de mis palabras lo que te es dicho, lo que te dice la Vida y lo que te da a ver este mundo. No seas engañado más de cualquier apego que sea, de lo que sólo pasa y que perecerá, y que ya perece.

No te vuelvas hacia atrás, a fin de no volverte como la mujer de Loth. No definas ningún futuro porque la vida se ocupa de eso y el Amor es Inteligencia, como la Luz. Sé disponible en totalidad para ti-mismo, más allá de toda diversión, de toda ocupación o preocupación, más allá de toda responsabilidad que tienes que asumir en el seno de esta forma. No digo de no hacer, sino de ver lo que está en la fuente del hacer, en la fuente del ser y en la fuente de la Vida.

Alíviate. Este alivio no es un alivio de las contradicciones de tu vida, sino un alivio definitivo de lo que eres, abriendo a doble batiente las puertas de tu corazón a mi visita y a tu propia llegada en la Eternidad en el efímero de este mundo.

No te dejes abusar más por todo lo que sólo pasa, porque no tienes que atarte a lo que pasa, porque eres Libertad donde nada puede estar atado, donde nada puede ser coaccionado.

... Silencio...

Hoy te lo digo, todo está cumplido en el seno mismo de la materia, y es eso que nace en una duración necesaria y suficiente, que sólo nuestro Padre conoce. Atraviesa sin mirar hacia atrás, ni incluso delante, lo que la Vida te hace atravesar. No huyas nada, no evites nada, sino perdona. Date a ti-mismo la Gracia; dale a cada uno, allí donde tu conciencia o tu mirada te llevan, da la Paz y regala la Gracia. Levántate y mira ante todo dentro de ti, y mira todo lo que tienes que ver, que sin embargo sólo pasa. No te pares allí. Mi Madre está aquí para consolarte, yo estoy aquí para repetirte de levantarte finalmente.

Recuerda también, que como Hijo Ardiente del Sol, lo que haces a ti-mismo como lo que le haces a cada uno, en verdad te lo digo, es a mí que lo haces. Entonces, el único “hacer” útil hoy, tengas que lo que tengas que afrontar, a vivir y superar, cualquiera que sea la intensidad de tu paz y la intensidad de la manifestación de tu Verdad, en este “hacer”, no hay ningun “hacer” a hacer desde la persona, solo hay a decir “sí”, un “sí” sincero y rotundo, irrevocable e irreversible al Amor. No aquel que puedes suponer o condicionar en cualquier circunstancia que sea, sino justamente en aquel que es verdadero, independiente de toda atadura, independiente de toda selección, de toda condición. Este Amor, este Amor verdadero, no puedes compararlo ni incluso medirlo porque él irradia permanentemente, él canta el Amor y la Gracia sobre todas las circunstancias de tu vida y de este mundo.

Mi presencia de este día, entre María, mi Madre, y Mikaël, el fiel servidor, viene por supuesto a ilustrar la Nueva Eucaristía, pero a este nivel, la comunión no es más un acto de misa, sino un acto de Vida, que está presente a cada inspirar y a cada expirar, en cada mirada que llevas, en cada emoción que sientes, en cada idea que sólo pasa.

Atrévete a ser, más allá de toda apariencia, más allá de toda condición y de toda suposición.

Entonces, como te dije al principio, te doy mi Paz, te doy la Paz del Cristo, y esto se reproducirá en cada tiempo, en cada soplo y en cada día. No te alejes más de ti, permanece de pie.

Quédate allí conmigo unos instantes. No necesitas más de palabras, solo necesitas escucharte – es lo que pasa ahora y cada día. Así como mi Madre te ha dicho, encuentra unos momentos – que no necesitan ser medidos en horas, sino simplemente en minutos, incluso en segundos – en cuanto tengas la oportunidad. Vuélvete esta oración y esta velada permanente, vivan lo que vivan tu cuerpo y tu efímero. No escuches a nadie, si no es tu corazón, él habla en el silencio, no necesita de escoger entre esto o aquello, hay solo a ser, de manera irrevocable y definitiva.

... Silencio...

Estoy contigo desde ahora por la Eternidad, pienses lo que pienses de eso y lo que digas, porque también soy lo que eres, tú, el Hijo Ardiente del Sol.

... Silencio...

Y juntos nos mantenemos alzados frente a frente, donde tu noción de identidad no sabe más si es ella misma en este cuerpo o en mi cuerpo, porque en tu cuerpo inmortal y mi cuerpo inmortal compartimos el mismo Amor. Compartimos los mismos sufrimientos y las mismas alegrías en el seno de la encarnación y ves, a través de tu vida como a través de mi vida, lo que es lo más importante y lo más intenso hoy. ¿Estas todavía atado, a lo que sea o te presentas libre para lavar tus vestiduras en la sangre del cordero?

No necesitas más de palabras y yo tampoco, sólo la Evidencia es el testigo. Ninguna palabra puede traducir lo que se celebra en lo íntimo de tu corazón como de mi corazón. Recuerda que no tienes que seguir a nadie, todo lo más puedes imitarme, no en las secuencias de mi vida, sino en la intensidad del Amor.

Entonces, te lo repito una vez más, Paz a ti, y Paz en ti. Cualquiera cosa que se celebre, la misma Paz está allí, incluso si piensas lo contrario y que sientas lo contrario. No te quedes ni en la apariencia ni en la superficie, sobrepasa toda manifestación y todo sentimiento de lo que te molesta y de lo que te obstruye. Sólo ve lo verdadero, sólo ve nada más y verás todo, todas las soluciones se encuentran allí.

Entonces tú mismo pruébate que tu fe está activa, que esta fe en el Amor que eres, es mucho más intensa y más eficaz que cualquier técnica que podrías aplicar.

Eres a la vez el cincel que cincela la piedra, la piedra ella misma, como la ausencia de cincel y de piedra. Reten sólo la perfección de la percepción de tu conciencia, la perfección de la forma cualquiera que sea sólo pasa, hay sólo más allá de toda forma o de una forma libre que no pasarás.

¿Tú, que nunca naciste, que nunca moriste, que nunca en realidad sufrió, porque quien sufre si no es tu cuerpo, porque quien sufre si no es lo que está destinado a desaparecer en el momento de la apariencia de la muerte? Reten sólo lo que es verdadero. Deja pasar todo el resto porque ningún sufrimiento te pertenece, incluso si lo vives con intensidad. No más que no eres tu cuerpo, no más que no eres de este mundo, ningún sufrimiento es tuyo, sólo lo sientes.

Ve más allá de lo que parece pararte y a veces proseguirte en tu búsqueda de la Verdad. Mira con intensidad lo que vives en ti. Qué haya forma, qué haya Luz o qué no haya nada, todo está allí, a tu libre disposición, de manera mucho más evidente que en el momento de mi paso sobre esta tierra. Así podrás acoger no sólo la Llamada de mi Madre, sino la espada de Mikaël sin estar afectado por lo que es cortado de ti y quitado de ti, por la Gracia de la Luz, por la espada de Mikaël, por la Nueva Alianza de Libertad. Entonces celebra, con nosotros, tu resurrección sin demora. Que esto sea mañana o pasado mañana, incluso si esto no era aparente en totalidad, levántate y celebra tu resurrección.


Mi amigo, mi hermano, en el mismo corazón ardiente, no necesito de otras palabras. ¿No hay más necesidad de palabras porque cuando la Gracia se despliega, cuando la totalidad del Amor es revelada en la superficie de este mundo como este es el caso, que puede quedar para ti que el silencio en medio de los gritos de los y de las que todavía no han visto la belleza? Entonces levántate, vela y reza del modo que te describí, quédate tranquilo, quédate en la Paz eterna. Que te haya rozado o que te haya invadido, déjala ser lo que eres.

...Silencio...

Que la Paz sea sobre todos vosotros. Os doy mi Paz, la Paz del Cristo. Y allí, en el silencio, comulgamos, dondequiera que estés, en cualquier instante.

... Silencio...

Y te saludo y te rindo homenaje por haber atravesado las vicisitudes de este mundo. Te rindo homenaje por el coraje que pusiste, y celebro en ti tu Resurrección. Yo y mi Padre somos Uno. Paz a ti. Por siempre en el Amor.

Paz a ti. Os doy mi Paz como di esta vida efímera para vuestra eternidad, y mostraros lo que sois, hace 2.000 años, lo que realizáis hoy. Allí era el único sentido de la Historia: vuestra resurrección que pone fin al sueño de este mundo que no tiene ningún peso frente a la majestad del Amor. Te amo, te ame y te amaré más allá de todo tiempo.


Mi amigo, mi hermano, reúnete conmigo a fin de reunirme.

No te dejo. Incluso si mis palabras se alejan, ellas quedan en ti. Fuente de Vida eterna, promesa de Eternidad.

... Silencio...

Hasta siempre.

... Silencio...

Gracia.

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