viernes, 20 de mayo de 2016

Florecimiento del niño interno. Lección IV. (Kwan Yin)


Kwan Yin
Florecimiento del niño interno. Lección IV.


Hermanos, sean bienvenidos, Yo soy KWAN YIN.

Continuemos con las lecciones del príncipe.

Una vez que abandonó el salón de los espejos y siguió su camino, el príncipe había dejado de ser niño; su vida había transcurrido aceleradamente dentro de aquel salón, sus pensamientos habían madurado, había aprendido que dentro de él mismo había muchas personalidades y que mientras una parte de él se sentía príncipe, la otra se sentía como un ser sin importancia; mientras que tenía un aspecto bueno, había otros malos que residían dentro de él. Estos descubrimientos lo llevaron a reflexionar cuál sería la forma de poder eliminar todos aquellos aspectos de su ser interior que le parecían malos u horrorosos.

Sumergido en las profundidades de sus reflexiones, su camino lo llevó hasta cruzarse con otro de los múltiples viajeros del espacio. El príncipe le preguntó:

- ¿Qué rumbo llevas mi hermano?

- No llevo ninguno, ¿por qué he de tener algún rumbo fijo?. El príncipe le contestó:

- Bueno, me imagino que si vas viajando es porque te diriges hacia algún destino.

- Pues te equivocas muchacho, la dirección que sigue mi nave nada tiene que ver con mi destino, no importa a dónde me lleve, yo sé que alcanzaré siempre el destino que busco. El príncipe se extrañó de esta respuesta y siguió preguntando:

- ¿Quieres decir que si vas para adelante o vas para atrás siempre llegarás a tu destino?

- Mira muchacho, mi destino no se encuentra en lo que puedes ver, el viaje que sigue mi nave es simplemente un instrumento que me permite caminar hacia mi interior, el destino que busco se encuentra dentro de mí y no afuera, así que la nave es circunstancial, puedo viajar en cualquier dirección y, sin embargo, la meta la voy a alcanzar porque se encuentra dentro de mí.

El príncipe se sintió atraído por esta respuesta y le preguntó:

- ¿Me permitirías acompañarte en tu camino?

- Ya te lo he dicho, no voy a ningún lado, mi destino está dentro de mí.

- Sí, lo entiendo, en cierta forma yo ando siguiendo lo mismo, busco los 10 principios universales y en realidad no sé qué rumbo tomar, me da igual seguirte a ti que enfilar hacia otro rumbo.

- Si así lo deseas, entonces sígueme, y el príncipe viajó junto con este ser.

Debo mencionar que ese ser se parecía bastante al príncipe, sólo que sus pensamientos, sus palabras y su forma de moverse, correspondían perfectamente a un anciano.

- ¿Cuánto tiempo llevas viajando?, preguntó el príncipe.

- Mucho, le contestó su acompañante.

- Sí, pero, ¿cuántos años?

- El tiempo no tiene sentido cuando lo que buscas es la eternidad.

- Espera, dijo el príncipe, ¿tú no tienes que llegar a tu meta en un tiempo determinado?

- No, no tengo que hacerlo.

- Pues, al parecer, tu camino y el mío sí son diferentes, yo necesito de un cierto tiempo para alcanzar los 10 principios, pues de otra forma mi familia me abandonará.

- Mira muchacho, ¿a dónde podría ir tu familia que estuviera fuera de este universo?

- No lo sé, contestó el príncipe, esas fueron las palabras de mi Padre; regresa antes que sea demasiado tarde, pero hasta después de haber encontrado los 10 principios.

- Bueno, tal vez no entendiste lo que tu Padre te dijo.

- ¿Cómo es eso, cómo podría entender esas palabras?, preguntó el príncipe.

- Quizás lo que quiso decir tu Padre fue que si llegas a tomar demasiado tiempo para encontrar los 10 principios, tal vez te alejes de tu infancia, tanto, que te impida entenderlos y percibirlos.

- No te entiendo, dijo el príncipe.

- Esos principios de que te habló tu Padre, en realidad los tenemos todos dentro de nosotros.

- Sí, efectivamente, eso fue lo que dijo mi Padre.

- Pues bien, a medida que creces, los principios los vas olvidando; si tomaras demasiado tiempo tal vez nunca puedas recordarlos.

- ¿Quieres decir que esa es la lección que mi Padre me dio al despedirme?

- No, no quiero decir eso, recuerda que tu Padre te dijo que no confiaras en extraños.

- Es cierto, eso fue lo que me dijo mi Padre, pero, ¿cómo es que lo sabes tú?

- Mira muchacho, en el universo todo está conectado con todo, el Padre de tu Padre tal vez estuvo muy cerca del Padre de mi Padre y si caminamos hacia atrás, en el tiempo, todos tuvimos el mismo Padre; así pues, tu camino y el mío se parecen porque los caminos de todos los seres se parecen; las palabras que tu Padre te dijo al partir es muy probable que sean las mismas que las que dijo mi Padre cuando yo partí.

- ¿Quieres decir que tú también andas en busca de los 10 principios?. ¿Cuántos has encontrado?, preguntó el príncipe.

- De nada serviría que yo te los dijera, de nada serviría que yo te explicara mis experiencias, recuerda que no debes confiar en lo que los demás dicen, las enseñanzas deben ser tuyas exclusivamente.

- Pero, ¿no me puedes decir, al menos, si tu camino va terminando o vas empezando igual que yo?

- Lo que sí puedo decirte es que el tiempo deja de tener sentido cuando te llenas de la inmensidad del universo. ¿Sabes cuánto tiempo llevan estas estrellas que nos rodean, aquí, suspendidas en el espacio, girando unas alrededor de otras, siguiendo una marcha interminable?. ¿Sabes que nosotros también somos parecidos a las estrellas?; vamos viajando en el espacio, pero nuestro cuerpo está formado por millones de pequeños seres, pequeñas células que viajan obligadamente a donde nosotros vamos. ¿Te has puesto a pensar que para ellas nosotros somos sus dioses porque las hemos creado?. ¿Te has puesto a pensar que tus decisiones son leyes inmutables para esas células?. Nosotros viajamos dentro de Dios, de la misma manera como las células viajan dentro de nosotros. ¿Tendrá alguna importancia el tiempo en este viaje infinito?.

- Tus palabras realmente me hacen reflexionar; seguramente has viajado mucho más que yo, porque mis razonamientos no alcanzan a entender el significado de tus palabras. Realmente me siento afortunado porque me hayas aceptado acompañarte en este camino.

- Todos somos compañeros en este camino y todos vamos juntos hacia el mismo lugar. No importa que nuestros cuerpos puedan verse con los ojos, no importa que tú puedas verme y sentir que viajas junto a mí, he estado cerca de ti desde el momento en que te encontraste con aquella flor en el planeta solitario; también estuve cerca de ti cuando fuiste atrapado por aquellos extraños seres; fui también una de las imágenes en los espejos y ahora me encuentras dentro de mi nave. ¿No te das cuenta que hemos viajado juntos y que seguiremos viajando juntos hasta el final del camino?.

El príncipe se encontraba totalmente sorprendido. ¿Quién era ese ser que había estado participando de todas sus experiencias?. El príncipe le preguntó:

- Pero, ¿quién eres tú que conoce exactamente los lugares por los que he pasado?, ¿cómo es posible que hayas visto lo que yo he visto?

- Ya te lo he dicho, todo está unido en el universo, no existe nada separado y lo que tú has vivido lo ha vivido el universo entero, lo que tú has aprendido lo ha aprendido el universo entero; todas tus experiencias, todos tus recuerdos, los tengo grabados en mí mismo, porque tú los donaste al universo desde el primer momento en que los experimentaste.

- Mira, tus palabras son demasiado complicadas para mí, yo no puedo saber quién eres tú ni puedo saber por lo que tú has pasado; yo sólo sé por lo que he pasado, para mí todo esto es muy extraño, tal vez me falte caminar mucho para llegar a eso que tú dices; creo que lo mejor será separarnos, pues tus palabras empiezan a confundirme. Gracias por permitirme haberte acompañado y, gracias también, por las palabras que me dedicaste.

- Muchacho, antes de que te alejes, quiero recordarte algo: no confíes en lo que ves, no confíes en lo que oigas, sólo ten confianza en lo que tú descubras, recuérdalo.

Y el príncipe se alejó. Sus pensamientos iban y venían en todas direcciones. Decidió hacer un alto en un pequeño asteroides que se encontraba flotando en el espacio, aparentemente sin ninguna dirección, se sentó en una gran piedra y empezó a meditar.

Pasó mucho tiempo, pasaron muchos días, pasaron muchos años. Cuando nuevamente volvió en sí, encontró que a su alrededor el pasto había crecido, que él mismo empezaba a confundirse con el terreno, pues las hierbas lo tenían casi cubierto. Al incorporarse lentamente, observó una multitud de serpientes, sólo que cada serpiente se mordía la cola y caminaba, no arrastrándose por el suelo, sino rodando sobre su propio cuerpo como si fueran aros que habían sido empujados por el viento. Un extraño espectáculo se abría ante sus ojos, serpientes mordiéndose la cola y rodando en una procesión interminable en todas direcciones.

Una de las serpientes chocó contra él, se detuvo y se paró sobre su cola y, mirando fijamente al muchacho, le preguntó:

- ¿Quién eres tú?, no te había visto por aquí.

- Soy un viajero en el espacio que me he detenido a meditar, pero ustedes no estaban cuando yo llegué.

- Te equivocas muchacho, nosotros hemos estado aquí desde el principio de este planeta, ¿cómo es posible que no te hayamos visto llegar?.

Evidentemente la serpiente mentía, pensó para sus adentros el príncipe y le contestó:

- Yo acabo de llegar, no tengo mucho tiempo de haberme sentado a meditar, ustedes no estaban aquí.

Para estos momentos, muchas serpientes se habían congregado alrededor del príncipe e inmediatamente todas ellas empezaron a protestar:

- Tú eres un extraño, no sabemos de dónde has llegado, nosotros hemos habitado este planeta desde su creación y tú no estabas, ¿de dónde, pues, saliste?- . A medida que decían estas palabras, todas empezaban a estrechar el círculo que formaban alrededor del muchacho.

Por unos momentos, el príncipe pensó que se encontraba en peligro, por lo que las detuvo, diciendo:

- Alto ahí, yo soy el espíritu de este planeta, soy su dios, retírense si no quieren que con un pensamiento las destruya a todas.

Las serpientes se alejaron inmediatamente por el temor, pero todas las serpientes del planeta empezaban a juntarse alrededor del muchacho.

- Si tú eres nuestro dios, dinos entonces: ¿por qué estamos todas aquí y por qué somos las únicas que habitamos este planeta?- . Sin saber exactamente qué responder, el muchacho contestó:

- Están aquí para descubrir los 10 principios que moran en todas las cosas y cuando así lo hagan, su vida y su mundo se transformarán y empezarán a vivir una vida nueva y maravillosa en donde todo será paz, armonía y felicidad.

Las serpientes se miraron unas a otras y dijeron:

- Tus palabras no las entendemos, todo lo que deseamos nosotras es rodar y rodar, cada vez más rápido, para poder así conocer todo nuestro planeta y ser las más ágiles de todo el universo; no sabemos que es eso de paz y felicidad, son palabras huecas; si tú eres en verdad el dios del planeta, debes poder mandarnos mensajes que podamos entender.

- Escúchenme bien: Ustedes son criaturas de este universo y todo el universo se encuentra unido, si existe algún ser en otra región de este universo que sepa lo que es la armonía, la paz y la felicidad, esas mismas enseñanzas estarán en ustedes, descúbranlas y vivirán con una mayor armonía.

Las serpientes empezaban a confundirse, lentamente, cada una mordió su cola y se alejó rodando. Todas se fueron a excepción de una, cuando estuvo sola le dijo:

- Muchacho, a mí no puedes engañarme, sé quién eres y por qué estás aquí, mi Padre me envió para decirte algo. En tus recuerdos encontrarás el secreto del siguiente principio. El príncipe se sorprendió y le dijo:

- ¿Quién es tu Padre?.

- Mi Padre es el mismo Padre que el tuyo, y la serpiente se alejó, subió a su nave y partió.

Tal vez nunca encuentre el cuarto principio, tal vez nunca pueda encontrar los principios superiores, pero mi destino será buscar y buscar, porque ese es el camino de todos los seres del universo.

En su interior, el príncipe tuvo nuevamente un chispazo de luz y una voz le habló así:

- Hijo mío, has aprendido algo en este viaje: Todas las criaturas del universo se encuentran unidas; no importa a dónde viajes yo estaré siempre contigo; no importa en qué lugar te encuentres, lo que tengas qué aprender estará siempre en frente de ti. Escucha bien este principio: Más allá del bien y del mal, más allá de las imágenes de los espejos, más allá de tus hermanos hombres y serpientes, más allá de todas las aparentes diferencias y contradicciones que puedas encontrar en tu vida, todo se encuentra en armonía, todo se encuentra en paz, todo se encuentra en unidad. Las contradicciones se disuelven, el bien y el mal se funden en un solo principio, "EL EQUILIBRIO". 

Tu compañero de viaje te enseñó lo que era el equilibrio, no existe derecha ni izquierda, arriba o abajo, en el universo, no existen los aciertos y los errores, todo eso se funde en el camino interior que te llevará hacia ti mismo. Detrás de cada lección, detrás de cada error, siempre encontrarás algo que aprender, no lo olvides, todo está en equilibrio, todo está en unidad. 
Este es el cuarto principio.

Y el príncipe siguió viajando, esta vez sin rumbo fijo, sabiendo que de todas formas habría de llegar a su destino.

Mis bendiciones para todos ustedes.

DOMINGO 10 DE ENERO DE 1993 - 8:00 A.M.
MENSAJE RECIBIDO A TRAVES DEL HERMANO JESUS ALONSO GONZALEZ F.
PRIMERA PARTE Cuarta lección - FLORECIMIENTO DEL NINO INTERNO

http://trabajadoresdelaluz.com.ar/
http://noarosauniversoespiritual.blogspot.com.es/

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