martes, 21 de junio de 2016
Veintitres Maestros del Corazón (Por Carlos González Pérez)
23 Maestros...
Se abre la flor.
VEINTITRÉS MAESTROS, DE CORAZÓN
Un salto cuántico en la enseñanza
A mis maestros, que hicieron el papel de alumnos para poder, así, enseñarme.
Capítulo I
Se abre la flor
- Bienvenidos una vez más a nuestra casa: “La noche más soñada”
La sintonía del programa comienza como el primer lucero de la noche, aún con la luz de un día que se apaga… A medida que la melodía, como flautista de Amelín, llama a los incondicionales al dial de sus radios; el cielo se oscurece dejando entrever las estrellas, que esa noche van a recordar a los oyentes que toda auténtica realidad nace antes en los sueños de sus corazones...
Tras las acostumbradas presentaciones del equipo, el director del programa desvela la presencia del primer invitado:
- Esta noche tenemos con nosotros a José Luis García. Su nombre, su apellido no son singulares; pero su vida como maestro, durante 25 años, está llena de sorpresas. Ha estado rodeado de personas, como le gusta llamar a sus alumnos, de entre catorce y dieciocho años, que le han ayudado a descubrir un tesoro…., pero dejemos que sus propias palabras nos lo expliquen. Don José Luis, bienvenido a esta nuestra morada de la noche, ¿de qué tesoro nos quiere hablar…?
- Gracias por abrirme las puertas de su casa y ponerme ese don delante de mi nombre, pues en él está la clave del mapa del tesoro…
- Durante años busqué en mis alumnos, sin saber el motivo ni lo que buscaba…Me fijaba en sus limitaciones y trataba de subsanarlas, limaba sus defectos, reprimía sus malos modos, repetía hasta la saciedad los conceptos con la esperanza de ganar claridad en cada nueva explicación, me quedaba, fuera del horario escolar antes de los exámenes, con aquellos que veía más necesitados de mis conocimientos. En fin, veía al alumno como algo que debía perfeccionar y claro está, yo tenía el modelo de perfección. Era reconocido como profesor, pero mi búsqueda no había apenas comenzado, a pesar de llevar casi veinte años de “éxitos”…Comencé, entonces, a explorar mi interior más allá de mi querido ego, más allá de mis representaciones cara a los demás. Descubrí cosas que no me gustaron, pero seguí adelante…una fuerza misteriosa me empujaba a conocer, más allá de los juicios de lo correcto y lo incorrecto, fue como desnudarse de la que había creído que era mi piel, y sin embargo, resultó ser un vestido más. Empecé a amar de verdad la vida, y la expresión de la misma que yo era. Había nacido un nuevo maestro, que había aprendido a mirar desde el corazón a sus alumnos. Desde esa nueva posición, no veía defectos en ellos, sino un universo de dones esperando ver la luz. Mi profesión se convirtió en algo mágico… Entrar en clase era como contemplar el amanecer de las estrellas, cuanto más las miras esperando su belleza, más hermosas se tornan, multiplicándose hasta el infinito…
El estudio se llena de silencio, pero nadie intenta vaciarlo…Están, tal vez, imaginando la belleza de ese firmamento, que todos sabemos que nos queda por contemplar.
- Don José Luis, por vez primera siento esa palabra, que antepongo al nombre de nuestros invitados, como algo más que una muestra de respeto – dice TT, el director del programa.
- Nos han educado buscando nuestros defectos y eso ha hecho mucha mella en nuestra estima.
Nos han conducido a criticar al otro, antes de que él nos pueda censurar a nosotros. Hemos ido perdiendo la confianza en nosotros y en los demás, y sin confianza no puede haber auténtica educación. Buscar los dones de los otros requiere, como la visión de las estrellas, que el sol se oculte.
El astro rey, de mirar a los demás bajo el punto de mira de cómo deberían ser, ha de ocultarse bajo el horizonte, para que el educador sienta la belleza de la persona que tiene delante, y pueda contemplar, en el silencio de su mente, lo que sólo el corazón puede desvelarle: el universo de potenciales que viven en su alumno, los dones que esperan ser descubiertos, y el honor de poder explorarlos con su permiso.
- Don José Luis… el tesoro…
- El tesoro es ese universo de potenciales, que espera ser descubierto dentro de mis alumnos y en mí mismo. En su búsqueda, como narran muchos cuentos iniciativos, se liberan las cualidades dormidas, invisibles a la mera razón; convirtiéndose el camino, que hacemos al andar, en meta. Esto está narrado en una historia maravillosa: “El mago de Oz”. Donde el espantapájaros, el hombre de lata y el león buscan las cualidades, que en el fondo, están encarnando en su camino. El mago que tiene que ayudarles es un farsante, pero su sendero en busca de sus dones es verdadero, por eso alcanzan por sí mismos el anhelado tesoro. Recorren el camino dorado de ser uno mismo, más allá de los intentos de manejo de los demás. Este es el camino que invito a seguir a mis alumnos.
- Muy bello, José Luis, pero a mi modo de ver es utópico. Vivimos en un mundo competitivo, cruel…donde el egoísmo es la bandera universal. Lo que dice puede quedar muy bien para una película, como la mítica “Rebelión en las aulas”, con el guapo Sidney Poitier…¿cómo resistirse a un “profe” así…?. Pero imagínese a alguien como yo, a un triste mortal con una apariencia vulgar, enfrentándose a todo el sistema…. Amigo, le admiro, pero dudo que pueda llegar a encontrar esos tesoros, hay muchos intereses que se pondrán en medio…Es usted un Quijote, se lo dice un Sancho, con los pies en tierra.- Añade Verchia, un colaborador diario del programa, que recuerda el papel de los bufones en las cortes, dicho en un sentido de plena admiración; escudándose en sus bromas, puede hablar más allá de lo culturalmente correcto. Es canta-autor, y por lo menos en la lengua, no tiene pelos. Posee una legión de admiradores; y bajo su pesimismo y “sanchismo”, se deja adivinar una persona de grandes ideales. Su nombre desvela una cultura renacentista, más allá de cualquier época y encasillamiento.
- Sí, soy Quijote, pero también Sancho. Creo que Cervantes intuyó la necesidad de armonizar esos dos personajes en el interior de cada ser. El mundo está dividido porque cada uno lo está por dentro; porque separamos la noche, del día, la llamada realidad, de los sueños. Un amigo italiano, que trabaja ocasionalmente con adolescentes, me obsequió con un sentir con el que suele incentivarles en los momentos bajos, que me ha guiado en numerosas ocasiones: “Los sueños son el alimento de la realidad”. Yo diría que Don Quijote y “Don” Sancho deben alimentarse mutuamente; cuando permites esta relación en tu interior aparecen los milagros en tu vida, la mente permite ser abrazada por el corazón, y comienzan la danza de la confianza, de la alegría sin reservas…Entonces, comprendes pensamientos como el del viejo profesor don Miguel (Unamuno): “No hay realidad sin idealidad”. Si queremos ser dueños de nuestra vida, debemos sentir que la creamos, y no hay creación sin imaginación. En las escuelas, generalmente, pretenden amoldarnos, que seamos el alumno ideal…
¿pero quién ha imaginado ese ideal…?... Es como querer tener un hijo a la carta, en lugar de descubrirlo. Amigo Verchia, te regalo este sentir de un maestro llamado Feliciano Robles, que pesqué en su web: “Si damos un paso para lograr realizar la utopía ésta se aleja un paso; si damos dos pasos, también se aleja dos pasos; así que la utopía sirve para caminar”. No tendría mucho sentido lograr exactamente lo que te propones, porque terminarías siendo esclavo de tus ideales, y la relación Quijote-Sancho iría sólo en un sentido. Dejemos que la propia realidad creada alimente nuevos ideales.
-Don José Luis, ¿qué requisitos son necesarios para ser un buen maestro?- pregunta TT, con sincera curiosidad, y tal vez, con el grato recuerdo de algún profesor en su corazón.
- Desde mi ahora, veo cinco ingredientes fundamentales en mi receta del maestro integral:
En primer lugar, amarse a sí mismo. No se puede ayudar a otro incondicionalmente sin haber conquistado esta necesidad interior. Tenderíamos, sin ser conscientes de ello, a utilizar al otro para que hiciese la conquista por nosotros; el “victimismo” sería una tentación constante, y tarde o temprano, sentiríamos el mordisco de la decepción, al no poder darnos la otra persona lo que le demandamos.
Segundo: Amar a la vida sin reservas. ¿Cómo puedo preparar para la vida si no la quiero…?.
Sentirla como un misterio a desvelar, como una oportunidad para crear, como un camino hacia el corazón del otro, como un espejo de mi propia belleza interior…
Tercero: Amar también sin reservas a la persona que pretendemos enseñar.
Cuarto: Provocarla. Este paso es imprescindible si queremos ser matrona de los potenciales que encierra el educando – dice esto clavando su mirada en Verchia y sonriéndole.
Quinto: Es el ingrediente que permite integrar todo lo anterior, se llama confianza. Esta es la base de la amistad junto con el amor. Un verdadero maestro, es amigo, en su sentido más profundo, de su alumno. Algunos compañeros tienen pavor a emplear esta palabra en el contexto educativo. Para mí, si no se atraviesa este puente, habrá siempre una zanja que impedirá una educación radical, en el sentido bello de la palabra. Este pensamiento camina a la par con la idea de que no se puede enseñar, si a la vez, no se está aprendiendo; lo cual implica ver al educando también como educador, y por lo tanto, como un igual. La amistad puede tomar infinitas expresiones, siempre habrá algunas, que lejos de menoscabar la autoridad del profesor, la reafirme.
- Sus ingredientes parecen muy apetitosos, pero la comida hay que servirla en un plato. A mi modo de ver, éste representaría las condiciones sociales en las que hay que aplicar sus ideales de enseñanza. Los oyentes ya saben mi pesimismo en torno a este tema. La sociedad no está por mejorar el sistema educativo, y la clase política es un reflejo de ésta. Para cambiar la situación haría falta transformar la enseñanza, pero esto no se puede hacer sin la fuerza social necesaria, y entramos en un círculo vicioso. Esto es algo que sufro todos los días en mi trabajo docente; querría encontrar una salida, pero, sinceramente, no la percibo. – Interpela, Armando Mitoakas, un colaborador semanal del programa, profesor de enseñanza media de griego y latín, en un instituto de un pueblo segoviano. Es también una persona muy querida por los oyentes, ilustrando a estos en la sabiduría de los mitos.
Como buen observador, sabe que el mito es el creador de la realidad cultural, y por lo tanto, imprescindible para entender a los pueblos de todos los tiempos, y a nosotros mismos. Es un integrador de las eras históricas, y por ende, de la persona, tarea fundamental en la renovación pedagógica. Admira, de forma especial, el compromiso con las propias ideas.
- Estimado don Armando, el círculo vicioso no hace falta romperlo, tan solo hay que abrirlo a una dimensión vertical, convirtiéndolo en espiral. Es lo que hace la semilla enterrada en la fría e inmóvil tierra, cuando “decide” trepar hacia el cielo. Si contemplamos una simple almendra no somos conscientes de su poder, de su potencial de crear un campo de almendros. Ninguna semilla consulta a las otras para crecer, es una decisión propia y valerosa. Así, la determinación de un solo profesor puede ser un germen de esa fuerza social que hoy no sentimos. Los alumnos de este docente tienen la opción de ser nuevas semillas; y el crecimiento exponencial, inherente al proceso “biológico”, haría el resto. Una cerilla puede quemar un bosque, un corazón apasionado puede prender muchos otros.
Querido compañero, los héroes de los mitos, que interpreta para los oyentes de este programa, viven en su corazón, y si ellos crearon culturas enteras, bien pueden crear una nueva enseñanza. Desde estos micrófonos y en sus clases, usted es un incendiario de esos hatillos de leña seca que esperan ser prendidos, en los corazones de quienes aprendemos de sus palabras, para darnos la energía y la luz de un conocimiento, que empieza en nosotros mismos.
- ¿Cómo ve a sus alumnos, a los adolescentes de hoy en día? – Pregunta TT, con cierta picardía.
- Desde la superficie, como un fiel reflejo de la sociedad en que vivimos; ahondando, como tesoros a descubrir. El adolescente, como el adulto, es, en estos momentos, un ser “desempoderado”, una persona que básicamente no cree en ella. Este es el principal obstáculo educativo. Por esta razón, las democracias actuales lo son sobre el papel, pero no de hecho. Las constituciones que poseemos son magníficas en líneas generales, pero de nuevo, no hay la suficiente fuerza social, para llevarlas a cabo en la vida cotidiana. La autoestima es la base de todo valor democrático, ya que garantiza un plano de igualdad que permite, mediante el respeto, disfrutar de la diversidad de los otros. La escuela debería ser un modelo de la democracia, en su discurrir diario. No deja de ser chocante ver a mis alumnos mayores, de dieciocho años, poder votar en las elecciones de su país, sin haberlo hecho nunca antes en la escuela. Van a votar sin sentirse importantes, porque nunca antes han contado con ellos. El sistema, la mayoría de los profesores, no confían en su capacidad de decisión y diálogo; perdiéndonos la posibilidad de crear ciudadanos plenos. Los colegios deberían, a medida que cumplen años los alumnos, otorgarles cada vez más poder de decisión sobre su educación; permitiéndoles equivocarse y aprender a asumir sus errores. Sin confianza no hay verdadera educación. Nutrir ayuda a crecer, controlar, desconfiando, introduce el temor, que nos aleja de nuestro propio poder. Los adolescentes necesitan más alimento y menos control. La verdadera autoridad no se basa en el miedo, sino en la plena confianza.
- Don José Luis, gracias por sus lecciones. Que su Don Sancho y su Don
Quijote caminen armoniosamente en su búsqueda de tesoros, en los corazones de sus alumnos. Hasta siempre.
Por Carlos González Pérez
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