lunes, 13 de junio de 2016
El Proceso de Transmutación de la Substancia. parte 1 (Vicente Beltrán Anglada)
V.B. Anglada
El Proceso de Transmutación de la Substancia. I
Vicente.— Quisiera ante todo hacer un pequeño extracto, una pequeña síntesis de lo que hablamos el mes anterior, porque el tema “Conversaciones Esotéricas” es tan vasto y al mismo tiempo tan complicado, que ni en una, ni en dos, ni en treinta, ni en cien sesiones, podemos dilucidar sus implicaciones más profundas. Vamos siempre a atenernos a lo inmediato, reconociendo un hecho fundamental, y es que el esoterismo es la ciencia que estudia la evolución del individuo desde las razas más primitivas hasta la realización de los más soberbios arquetipos de la naturaleza. Es la primera definición con que iniciamos conversaciones esotéricas, diciendo que el esoterismo es asimismo la ciencia que busca las causas que promueven las energías y al propio tiempo el estudio de las fuerzas condicionadas por estas energías que, convenientemente controladas, rigen el proceso de la evolución humana hasta realizar justamente esos arquetipos.
Hablamos, así, brevemente, sobre el espacio multidimensional, reconociendo que el vacío que existe entre una persona y otra, entre cualquier cuerpo opaco en el espacio —incluidos los astros y las más lejanas galaxias—, está lleno de una substancia de vinculación que se reconoce técnicamente como éter, siendo el éter la substancia que dinamiza precisamente el espacio, que lo llena y que permite que las ideas, las emociones y cualquier pensamiento vaya directamente al objetivo a través de este vehículo inconsútil, el éter.
Hablamos también que, fundamentalmente, y relacionada con la evolución del éter, existe una substancia que es la que rige el proceso estructural del universo:
Prana. Prana es la substancia que, convenientemente asimilada, permite la continuidad del proceso de la vida, relacionado también con el éter y con esta substancia, a medida que el hombre —la mujer, el ser humano— evoluciona, va desarrollando un aspecto psicológico particular, más sutil, más en consonancia con su proceso evolutivo.
Entonces vamos introduciéndonos ya en el campo de las facultades, de otras dimensiones, el imperio sobre lo físico, sobre el tipo emocional, sobre el aspecto mental, hasta hacer contacto con algo que está más allá y por encima de estos vehículos. Este yo trascendente del cual se ocupa la psicología trascendente, y que constituye y ha constituido siempre la meta de los verdaderos investigadores.
Hablamos también de dos aspectos muy definidos dentro del individuo, por un lado le definimos un aspecto, digamos, que tiende hacia la materialidad, hacia el aspecto más grosero de sí mismo y que esotéricamente toma el nombre de El Guardián del Umbral; por otra parte, reconocimos coexistente con esta entidad creada a través de las generaciones, otra entidad consciente denominada esotéricamente El Ángel de la Presencia. Es decir, que el hombre, el ser humano, está desenvolviendo sus actividades constantemente entre dos polos, un polo positivo y un polo negativo, por un lado el Guardián del Umbral, que también toma el nombre de demonio, y por otro lado el Ángel de la Presencia, que también toma el nombre de ángel, y naturalmente todo este proceso es el campo de atracción y de repulsión, la contracción solar del corazón del Sol, su sístoles y su diástoles, que con su impulso permite la respiración de todos los seres creados, hasta coincidir en la gran respiración cósmica, que, manifestada a través de nosotros, permite dinamizar nuestro proceso hasta alturas indescriptibles.
Hablamos también de la ilusión mental, cómo la persona cuando le falta este mínimo de atención o de observación hacia todo el contexto que le rodea, viene a caer precisamente en una serie de ilusiones, y si precisamente estamos introduciéndonos, vía esotérica, hacia este mundo desconocido del éter, de la cuarta, de la quinta y de otras dimensiones del espacio todavía no controladas, ni establecido contacto con el hombre, es porque estamos en una época en la cual el proceso de la vida tiende hacia síntesis, hacia un dinamismo vital que tiene por objeto ser consciente de lo que científicamente podía ser denominado: los espacios intermedios, aquello que existe entre ustedes y yo, o entre ustedes entre sí.
Cuando sepamos exactamente qué es lo que existe entre un ser y otro ser, qué es lo que lo galvaniza, qué es la energía que se mueve en este nivel inconsútil que es el éter, empezaremos a desarrollar conscientemente otros vehículos, además del físico, el emocional y el mental concreto.
Entraremos en una dimensión abstracta, y entonces podremos contemplar la vida desde lo alto de la montaña y no desde el valle, donde existe la ilusión, y donde existe siempre la fantasmagoría más tremenda y el imperio de la duda, del temor, la desesperanza y todo cuanto lleva el hombre a maya,
el proceso kármico, el proceso de vinculación con las cosas pasajeras y la pérdida completa del espíritu de eternidad que está en todos los seres humanos.
Entonces —ya para terminar—, hablamos de una técnica para purificar el individuo, para transformar lo que se llama el Guardián del Umbral en el Ángel de la Presencia, y hablamos brevemente y científicamente de la ciencia del exorcismo —que ahora esta de moda—, que es una técnica que se ha empleado desde luengas edades para facilitar el equilibrio de las razones antagónicas que existen en el individuo, y que a través de la tradición ha venido propagándose hacia nosotros en forma de un figura espantable, una figura horrible con la denominación de demonio, los asuras digamos del hinduismo, del brahmanismo, y los ángeles o los devas también del brahmanismo, pues estos están en todas las religiones.
Tienen por objeto llegar a establecer un día un equilibrio perfecto, a fin y a efecto que el individuo pueda encontrar entonces su propia y única realidad, esta realidad que es el Yo, que es aquello que está por encima de la limitación de los sentidos, de la atracción de las emociones y de los sentimientos, y que está en alturas trascendentes de equilibrio y razonamiento estable.
Llegados a este punto ya podemos empezar a (comentar) un proceso que se está realizando actualmente a través precisamente de la ciencia, que es:
El Proceso de la Transmutación de la Substancia.
Antiguamente los alquimistas, que fueron los precursores de la química, estaban buscando el oro a través de la dignificación de los metales viles como el hierro y el plomo para convertirlos en oro, y el trabajo aparente era de buscar una transmutación meramente física, pero el verdadero alquimista, el verdadero Maestro en esoterismo, está buscando una transmutación que nada tiene que ver con la conversión del hierro o del plomo en oro sino que tiene por objeto restar energía al Guardián del Umbral y convertirlo en el oro del Ángel de la Presencia, y todo el proceso de la evolución desde el principio de los tiempos está en separarse del campo magnético o gravitatorio del demonio, esta entidad que nos ha venido facilitada a través de las generaciones por la tradición y quizá a veces por la superstición.
Pero, ¡cuidado!, tengan ustedes en cuenta, que realmente existen cosas en el universo donde nos movemos, donde vivimos y donde tenemos el ser, que todavía no han encontrado explicación científica, en tanto que la filosofía esotérica desde hace siglos y siglos está ya intuyendo lo que hay más allá y por encima de los sentidos, de las emociones y aún del pensamiento más profundo e indescriptible. Por lo tanto, si vamos a crear una nueva sociedad, una Nueva Era, dentro de la cual el proceso de la vida debe dignificarse hasta el extremo de que el hombre se convierta en un ángel, deberemos pasar por un proceso de transmutación, una transmutación física que lleva a la integración del cuerpo físico, una transmutación de lo físico hacia lo emocional, para convertir en radioactivas todas las células del mundo emocional, y llegando aquí, transmutando constantemente el proceso, debemos llegar a purificar la mente de todo peso objetivo, de toda realidad pasajera, para que se comprenda cuál es la génesis que está vibrando más allá y por encima del yo actual, del campo actual de nuestras percepciones.
Y entonces ya nos estamos introduciendo en esta cuarta dimensión, de la cual no sólo tenemos que ser conscientes sino plenamente autoconscientes, es decir, capaces no de ser una pequeña parte oscilante dentro de la historia genética también del plano emocional, porque también tiene sus genes, sino de ser conscientes de nosotros en relación con la panorámica de lo que estamos observando, y que empieza, en algunos casos, en el fenómeno del sueño. Porque en el sueño a veces nos damos cuenta de que estamos soñando, ya es un principio de autoconciencia astral, pero plenamente astral significa que el campo de las emociones debe ser tan exquisitamente llano y tan cuidadosamente trillado, que ninguna emoción grosera sea capaz de apoderarse de su dominio; es decir, que cuando hablamos del Guardián del Umbral, estamos refiriéndonos concretamente a un hecho social, y aunque parezca algo inaudito es la realidad, porque, ¿qué conocemos de nuestro ambiente?, ¿qué sabemos de las corrientes de pensamiento o de emoción?, ¿qué sabemos de estos sentimientos de integridad y de belleza, que se introducen por no sabemos qué misteriosa alquimia dentro del cuerpo emocional o dentro de la mente? Pues precisamente el estudio de esos problemas debe constituir el punto de partida para el hombre social de la Nueva Era, porque si no comprendemos exactamente el sentido del Templo de Delfos “Conócete a ti mismo”, con todas las dimensionalidades del ser, no solamente reconocerse como el “yo” sino como señor de los sentidos, señor de las emociones, señor de los pensamientos, señor de todo el campo de aquello que nace y muere, porque Él está por encima de la vida y de la muerte, está por encima de la Rueda de Samsâra que lleva a la muerte y al nacimiento; y por tanto, todas estas cosas que vamos a decir, y que no deben ser aceptadas porque lo diga una persona en la cual se confía, sino que sea el producto de un razonamiento, de una lógica, de un proceso de estructuración de este gran monumento que es el pensamiento humano, para llegar a la conclusión finalmente de que realmente sabemos muy poco. Reconocer esta humilde aceptación es el principio de la búsqueda, porque a medida que vayan avanzando dentro de las dimensiones del espacio serán conscientes de unas perspectivas, yo diría, bordadas por crepúsculos de ensueño, donde la mente es capaz de paralizarse y no puede hacerlo porque debe continuar su búsqueda constantemente.
No hay nada peor para el individuo que crearse una meta, o crear una estructura. Cuando creamos una meta ya estamos limitando la visión, ya estamos limitando la longitud eterna del pensamiento, estamos auto-ofreciéndonos en holocaustos de falsos valores, pero si continuamos la búsqueda del proceso, si continuamos observando, si queremos ser seres realmente sociales, debemos empezar a reconocer que el misterio que aguarda al hombre en esta Nueva Era es adueñarse de la cuarta y de la quinta dimensión, reconociendo un hecho innegable, y es que en cada dimensión, en cada plano oculto de la naturaleza y en cada rincón del cosmos, hay un secreto para el hombre.
Y que el hombre debe esforzarse constantemente para recoger esta ofrenda de los dioses, este fuego, este sol de Prometeo y llevarlo con toda su riqueza dentro del corazón, si no es así no podrá reconocer nunca los valores del espíritu y jamás tendrá un entendimiento capaz de revelar aquel “yo” esotérico, aquel arquetipo para el cual ha sido programado.
Conferencia de Vicente Beltrán Anglada
En Barcelona, 12 de Abril de 1975
Digitalizada por el Grupo de Transcripción de Conferencias (G.T.C.) 14 de Diciembre de 2007
http://www.sabiduriarcana.org/
http://trabajadoresdelaluz.com.ar/
http://noarosauniversoespiritual.blogspot.com.es/
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario