sábado, 23 de enero de 2016

NO REGRESEMOS A LOS VIEJOS HÁBITOS A LOS QUE NOS AFECTA DE MANERA PERSISTENTE DURANTE EL RESTO DE AÑO...

La nueva presidenta de The Summit Lighthouse, emitió este tema estos días.
Yo decido (gentilmente)
Las resoluciones de Año Nuevo. Para muchas personas, se ha convertido en algo así como un cliché, el final de una broma que hacemos por nuestra propia cuenta. Voy a hacer esto. Voy a dejar de hacer lo otro. ¡Y esta vez hablo en serio!
Oh, y lo cumplimos… durante dos semanas. Luego, regresamos a los mismos viejos hábitos o a lo que nos afecta de manera persistente durante el resto del año.
Estos rodeos involuntarios son parte del reto de ser humanos. Es lo que es, y si somos honestos con nosotros mismos, todos sabemos la verdad acerca de nuestras tonterías y debilidades humanas. Y al ser severos y contundentes en la evaluación de nuestros esfuerzos, no nos olvidemos del perdón.
Ciertamente, somos sinceros cuando hacemos nuestros juramentos, votos y promesas. Pero aquí está el quid de la cuestión. Cuando hacemos votos y luego no los honramos, creamos un impulso que puede hacer aún más difícil mantener nuestro próximo voto. Por tanto, es en nuestro mejor interés revertir ese impulso y reavivar la llama del honor para que, una vez más, arda brillantemente en el fulgor del firme cumplimiento de nuestros compromisos y objetivos.
Y aquí hay un hecho interesante. Estudios han demostrado que las resoluciones basadas en miedo, es decir, voy a hacer más dinero (porque tengo miedo de quedar arruinado) o pierdo peso (porque temo que me critiquen y rechacen) o encontraré a mi verdadero amor (porque temo estar solo)... todos estos tienen una vida útil de aproximadamente 2 semanas.
Los basados en el amor, sin embargo, pueden, con un poco de apoyo amable, durar toda la vida.
De modo, en lugar de prometer demasiado y cumplir muy poco, ¿cómo podemos hacer resoluciones duraderas? Podríamos empezar haciendo una promesa de ser tolerantes con nosotros mismos.
Intenten esto: Este año, hago el voto de perdonarme cada vez que cometa un error. Me comprometo a ser gentil y amable en cada oportunidad. Hago el voto de ser amoroso en nombre del amor... y no para beneficio personal. Y si de vez en cuando llego a fallar, no me rendiré y lo seguiré intentando. Me comprometo a expresar la dulzura y claridad de mi Ser Crístico, a mantener mis pensamientos e intenciones puras y armoniosas. Hago el voto de mantener mis pensamientos centrados en las intenciones más excelsas y sublimes que pueda concebir y visualizar. ¡Y cada vez que caiga, decido levantarme otra vez, porque rendirme no es una opción!
En conclusión: ¡cuando se permiten tener la gentileza y la libertad para persistir en el cumplimiento de sus votos, tendrán éxito!.
Con Amor y Gratitud les deseo un feliz sábado con esta bella reflexión.
Maria Quintana.

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